viernes, 11 de marzo de 2016

Chillida Nóos (I)

(Dos virreyes firmando una nueva capitulación)



En febrero de 2009 realizamos varias presentaciones del libro Tindaya: el poder contra el mito en Euskal Herría. Nos sorprendieron tres cosas. En primer lugar el gran conocimiento que tenía una parte de la población sobre un proyecto que se iba a realizar a más de dos mil kilómetros de su territorio. En segundo lugar la actuación de los medios de comunicación tradicionales: fueron a las ruedas de prensa, realizaron entrevistas y las publicaron o emitieron certeramente, sin ningún tipo de censura y sin plegarse a presiones externas. Esto, que no debiera sorprendernos, nos llamó la atención porque sabíamos del funcionamiento de los medios canarios. Un año antes, cuando presentamos el libro en Fuerteventura, el periódico Canarias7 publicó un reportaje muy atinado sobre la defensa de Tindaya como símbolo de nuestra historia y nuestra naturaleza. Alguien, desde el Cabildo de Fuerteventura, ostensiblemente nervioso, llamó a la redacción del periódico. Al día siguiente el mismo periódico publicó dos páginas con opiniones exclusivas de aquellos que quieren destruir la Montaña.

Pero si algo nos llamó la atención en aquella gira por tierras vascas fue una situación que se repitió, invariablemente, en todas y cada una de las seis presentaciones que realizamos. Al iniciarse los debates con el público asistente siempre hubo alguien que, matiz abajo, matiz arriba, realizaba la siguiente intervención: Por lo que hemos entendido detrás de la obra de Tindaya hay mucho dinero. Pues lamentamos decirles que si hay mucho dinero allí estarán los Chillida.

Chillida Leku

En 2011 el museo Chillida Leku, que reunía y exponía una importante parte de la obra del artista Eduardo Chillida, cerró sus puertas. La familia fue incapaz de hacer una gestión eficaz del espacio a pesar de las ingentes cantidades con las que el Gobierno Vasco lo había subvencionado. Se realizaron negociaciones entre el Gobierno y la familia para evitar su cierre. La razón definitiva para que no prosperase el acuerdo fue que el Gobierno Vasco se negó a que, si se subvencionaba o adquiría el museo con dinero público, el control del museo quedara en manos de los Chillida.

En aquel momento, nuestro Lehendakari, Mario Cabrera, que no es de Bilbao pero como si lo fuera, le ofreció ipso facto a la familia Chillida traerse el museo a Fuerteventura. Los Chillida no debieron ver negocio en la propuesta -quizás porque saben que el Cabildo majorero es incapaz de gestionar eficazmente sus propios centros de ocio y museos- y declinaron cortésmente la propuesta de nuestro Lehendakari. Había otros negocios más suculentos.

¿Cesión gratuita?

En enero de 2015 se reúnen, en Madrid, Paulino Rivero, Mario Cabrera (por la parte tonta del encuentro) y dos empresarios (por la parte lista), Gonzalo Calderón representando a Zabalaga Leku (la empresa donde están los ocho hijos de Chillida) y Lorenzo Fernández Ordoñez que representa a su propia empresa, Estudios Guadiana. De esa reunión sale un bochornoso acuerdo: la parte lista del contrato impone sus condiciones y la parte tonta le entrega nuestro patrimonio natural y cultural gratuitamente a la parte lista. A ese acuerdo lo denominaron Cesión gratuita de los derechos de explotación de la obra Montaña de Tindaya. Ya.

En esa reunión se acuerda crear una fundación pública, siempre y cuando consideremos pública como animal de compañía. La reunión para crear la fundación tiene lugar en Hernani (no les fuera a salir un sarpullido si la hacían en Canarias) y en ella los Chillida y Fernández Ordóñez imponen sus condiciones: cualquier decisión importante sobre el proyecto -sobre todo en cuestiones económicas- deberá pasar por la Comisión Artística que emitirá informe vinculante sobre: el presupuesto de la obra, las condiciones del contrato de obra y las de su futura explotación comercial y la dirección de la obra (que queda en manos de Fernández Ordóñez).

La Comisión Artística está formada por seis personas: dos representan al Gobierno de Canarias, una al Cabildo de Fuerteventura y tres a la empresa de los Chillida. Por si les parecía poco: la presidencia de la Comisión Artística corresponde a los Chillida quienes, en caso de empate, tienen el voto de calidad.

Lo que no admitió el Gobierno Vasco, arrodillarse ante una empresa familiar que busca su beneficio económico, lo aceptaron las instituciones canarias. Un nuevo gesto de rendición y un nuevo hito en el vergonzoso camino de sustituir nuestro patrimonio cultural y natural por un parque temático dedicado a la intolerancia y a la especulación.