domingo, 28 de abril de 2013

La mamanza


En algunos sitios de Canarias, hasta hace algunos años, era común un término que designaba algo así como el acaparamiento desigual de los recursos que ocasionaba una ventaja para algunos y una desventaja para otros. Cuando se improvisaban los equipos de fútbol en los parques y en las calles y un equipo reunía a los mejores jugadores, descompensando así el partido, no era extraño que el capitán del equipo agraviado se dirigiese al otro con una queja airada: "¡Tú lo que quieres es la mamanza!"

En el que fuera segundo aeropuerto de Fuerteventura, Los Estancos, se están realizando las obras del primer Parque Tecnológico de Canarias. Se trata de la obra pública de este archipiélago con más financiación en el año 2013: 20 millones de euros, cuya mayor parte proviene de los fondos europeos. Dos UTEs realizan las obras en las que trabajan unas 120 personas. La campaña de propaganda que vende el Parque Tecnológico insiste en que se trata de una obra clave para diversificar la economía majorera y canaria puesto que será el escenario para la instalación de empresas de Investigación, Desarrollo e Innovación. La obra es, por tanto, la creación de una infraestructura con dinero público para que los empresarios, los pobres, se cobijen en ella para hacer sus negocios: una auténtica mamanza.

El primer parque tecnológico de Canarias (en el Estado hay más de cuarenta, la mayoría infrautilizados) es una creación de control y mamoneo político. Se gestiona a través de una sociedad anónima pública y el capital pertenece en su totalidad al Cabildo. Su Consejo de Administración es, con alguna excepción, un cónclave de políticos y funcionarios (con militancia política) que ven de esa manera aumentar sus buenos salarios con la asistencia a los plenos. Hay miembros de tres partidos políticos, CC, PSOE y el PPM, algunos de los cuales sustituyen a anteriores consejeros del PP. Destaca la presencia de un genio del I+D+I, Domingo González Arroyo, nombrado segundo vicepresidente del Consejo de Administración y que, a partir de su nombramiento, se bebe los vientos (y viceversa) por el presidente del Cabildo, Mario Cabrera, que también es presidente del Consejo de Administración. Tras décadas de insultos mutuos y de llamarse de todo menos bonito, (Mario lo acusaba de destructor, de marqués y de facha y Domingo le respondía que era un sectario, un talibán y el medianero de ATI en Fuerteventura) la mamanza del Parque Tecnológico los ha unido como baifos que comparten una misma ubre.

Destaca también que un vocal del Consejo de Administración, Tenesor Martín Torres, sea personal de confianza del presidente del Cabildo, puesto por el que cobra 4.888 euros brutos mensuales a lo que habría que sumar las gratificaciones por las asistencias a los plenos del Consejo. Un doble enchufe sin anestesia. O el caso de Luis Alba Vilches, un socialista sui genéris al que tampoco le basta con los emolumentos desorbitados que cobra como director general del Instituto Canario de Administración Pública (¿alguien sabe para qué demonios sirve ese organismo?).

Que el Parque Tecnológico es una mamanza lo sabemos desde sus orígenes. En el año 2009, se le asignan a dedo 58.000 euros a un empresario vasco, Manuel Cendoya Martínez, para que preste el servicio de "Asesoramiento para el desarrollo del Parque Tecnológico de Fuerteventura". La adjudicación a dedo fue todo un despropósito: en agosto de aquel año se le otorgó la adjudicación definitiva a ELEMATEC S.L. cuyo representante legal era el mencionado empresario. Por algún asunto que desconocemos cuatro meses después se volvió a realizar una nueva adjudicación definitiva, esta vez a la empresa Kunayala S.L., cuyo administrador único es, nuevamente, el señor Cendoya. La empresa Kunayala. S.L. fue constituida a finales de septiembre de 2009; dos meses después el Cabildo de Fuerteventura le da los 58000 euros. Todo parece indicar de que se trata de una empresa creada ex profeso y como única finalidad para hacerse con esa partida económica pública.


El Parque Tecnológico no se sabe para qué se va utilizar, ni qué empresas allí se instalarán. Si alguna vez se utiliza será para facilitarle a los ricos sus negocios. Pero de momento está sirviendo para que las empresas constructoras alivien su crisis. Los 20 millones de euros les garantizan buenos beneficios (la media de los salarios de los 120 trabajadores no supera los 1000 euros) al mismo tiempo que generan sobresueldos para los participantes políticos del Consejo de Administración. Una verdadera mamanza que ilustra como, en tiempo de crisis, los hábitos de la corrupción continúan vivitos y coleando. Castellón, Huesca o Ciudad Real cuentan con aeropuertos sin aviones ni pasajeros. Fuerteventura puede batir todos los récords: contar en un futuro próximo con un antiguo aeropuerto, lleno de edificios bioclimáticos y corrupción y vacío de aviones, de sensatez y de humanidad.