jueves, 30 de agosto de 2012

Disipar el humo, depurar responsabilidades

Dos comentarios se repiten como un murmullo continuo en La Gomera: el incendio nunca tuvo que adquirir tamaña dimensión y no hubo muertes de milagro. Sobre esto último solo hay que observar Valle Gran Rey después del incendio. El fuego descendió con una rapidez inusitada desde la cabecera del barranco, Guadá, hasta las zonas bajas de La Casa de la Seda y de El Guro. El fuego afectó a más de una treintena de casas pero pudo ser mucho peor. Las manchas negras del humo y las cenizas recorren ambos lados del barranco dibujando siniestramente el recorrido del fuego. La imagen más repetida es la de las blancas casas del barranco como supervivientes imposibles de un fuego que llegó hasta sus puertas. Paradójicamente la rapidez del fuego en esa zona hizo que este no tuviese tiempo a detenerse en las casas -muchas de ellas habitadas en el momento del incendio- y se desplazara de palmera en palmera, por el cañaveral del fondo del barranco, por los bancales secos y por los cultivos de frutales. Esa noche Valle Gran Rey pudo haber sufrido una tragedia humana comparable con el incendio del 84, cuando el fuego mató a veinte personas al pie del Roque Agando. Esta vez hubo suerte y -a pesar de que algunas casas fueron devoradas en su totalidad- no hubo víctimas humanas. Esa noche también se evidenciaron algunas miserias políticas: ausencia de protocolos (ni para esto sirvieron las muertes de los quemados del 84), descoordinación a todos los niveles institucionales, falta de medios y una lucha de egos que se dedicaron a instrumentalizar el incendio buscando réditos políticos aprovechando que el fuego pasaba por Valle Gran Rey.

Pero volvamos al primer comentario que está asumido por la población gomera: el incendio nunca tuvo que adquirir aquellas proporciones. Todavía sin apagar definitivamente, el fuego ha arrasado más de un 10% de la superficie insular. El incendio no se inició en el monte sino en las tierras abandonadas, antaño cultivadas, de su límite sur. Otra imagen es elocuente: en Igualero, El Cercado y Chipude quedan islotes verdes rodeados de negritud. Son las escasas fincas cultivadas de viñas que se salvaron mientras el fuego quemaba las fincas abandonadas que las circundan. Pero el momento crítico de esta historia de fuego fueron los días en que alguien decidió que el primer incendio estaba bajo control. Al rebajarse el nivel de emergencia los medios terrestres quedaron reducidos a su mínima expresión y los aéreos abandonaron la isla. Este fue un acto claro de negligencia política. Cualquier persona puede consultar en internet la predicción meteorológica de toda una semana de cualquier lugar del Estado con una exactitud casi horaria. El día 8 de agosto el incendio se daba por controlado, se rebajó el nivel de alarma y 80 efectivos de la UME abandonaron la isla. Ese día la predicción de la Agencia Estatal de Meteorología era de temperaturas en ligero ascenso en las cumbres gomeras; la capital llegó a los 26º. Para el día 9 se predecía un nuevo aumento de temperaturas, en la Villa se llegaron a los 29º. Para el día 10 se predijo que en las cumbres gomeras las temperaturas podrían llegar a los 34º y se esperaban en esa zona vientos moderados con intervalos fuertes. Ese día, con esas condiciones que se preveían, se reavivó el fuego de un incendio que nunca estuvo controlado y entonces, cuando el fuego amenazaba a las zonas altas del sur (Igualero, El Cercado, Chipude y otros pagos) se volvió a subir al nivel 2 de emergencia. Y vuelta a empezar tras haber perdido casi tres días valiosísimos para apagar definitivamente el incendio.

Es bastante probable que el incendio haya sido intencionado y no es menos cierto que el abandono de las tareas agrícolas convierten los campos en yescas preparadas para ser bombas incendiarias. También es incuestionable que la sequía de este último año ha sido especialmente dura en La Gomera y en Canarias en general. Pero, precisamente por esas razones, la vigilancia contra los incendios se debería redoblar y no recortar. Pero, una vez iniciado el fuego, lo que hacen falta son medios y cordura, dos aspectos que han brillado por su ausencia en el incendio de La Gomera.

Para el sábado día 1 de septiembre personas agrupadas bajo una plataforma ciudadana denominada La Gomera se mueve han convocado una manifestación en la capital de la isla exigiendo que se depuren responsabilidades. Se trata de un paso al frente colectivo no exento de dificultades en un territorio donde el clientelismo político y las relaciones laborales-institucionales actúan como frenos a las reivindicaciones ciudadanas. Pero las presiones y trabas que ya han comenzado para evitar que la manifestación sea un éxito es probable que esta vez no tengan su efecto. La gente está realmente indignada: la inoperancia institucional dejó que se quemara la isla y muchas personas están vivas de milagro.

Aquí les dejo una interpretación alternativa de los hechos que circula por internet: 


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