lunes, 26 de diciembre de 2011

La corrupción por sistema


La corrupción no es la anécdota, es el método. No es una consecuencia, es la esencia. La corrupción es indisociable del sistema; cohabita con él, vive con él, es él. La democracia representativa genera corrupción como la combustión produce gases. Y, como estos, apesta, pero es disipada por los vientos del poder. A veces nos llega su olor y rápidamente actúan los agentes disolventes: la estupidez mediática, la justicia diseñada, la complacencia ciudadana. Y, sin embargo, existe y envuelve toda la actividad política.

"Esos son algunos"; "de todo hay en la viña del Señor", "ovejas negras las hay hasta en las mejores familias", nos repiten una y otra vez los voceros políticos intentando exculparse cuando se desvela un nuevo acto de corrupción. Ya. Veamos algunos ejemplos.

En Fuerteventura una montaña ha supuesto el robo de cerca de treinta millones de euros de dinero público (¿dónde están?); se aprobaron docenas de planes urbanísticos ilegales (¿alguien puede entenderlo sin la acción cohechora de políticos y técnicos?); se edificaron decenas de promociones inmobiliarias -prohibidas por la ley- en suelo rústico (¿quiénes se beneficiaron?); se pagó una millonada por unos terrenos para un museo arqueológico a la familia del consejero Domingo Berriel y ahora se sabe que nunca se hará (¿quiénes participaron?); el centro comercial Las Rotondas es, según sentencia firme, ilegal (¿hay alguien en la cárcel?); se pagó durante dos años un local vacío (y no apto para su uso) como nueva Delegación Insular de Educación (¿de quién es el local?). En la gran mayoría de las decisiones políticas tomadas en esta isla -desde el patrocinio de un equipo ciclista hasta la suelta de una tortuga- la corrupción ha actuado como motor. Han estado implicados concejales y alcaldes, consejeros y presidentes, técnicos, abogados y funcionarios. La excepción no ha sido la corrupción, la excepción ha sido el comportamiento ético y las ovejas blancas.

En Tenerife, sostiene la investigación sobre la compra y venta de Las Teresitas, el ex alcalde de Santa Cruz coordinó todo un equipo de saqueadores: participaron periodistas, afamados abogados, directores de bancos, los mayores empresarios de la isla y políticos del gobierno y de la oposición. Para obstaculizar la justicia -una palabra que en la democracia corrupta solo es un concepto- el Parlamento canario designó senador a Zerolo y como repulsa, (qué largos deben de ser los tentáculos de la trama), Cristina Tavío - portavoz del PP en la oposición del Ayuntamiento- ha solicitado formalmente que se le condecore. De creer a Zerolo, en esta operación intervino hasta la administración de loterías.

Cómo debe haber sido la historia para que la propia Casa Real -que tanto sabe de negocios oscuros- le haya pedido a Urdangarín que abandone el país. Previamente lo que el yernísimo sacó del país fueron capitales. Su ONG cobró por trabajos que no realizó (lo mismo que, curiosamente, llevan haciendo los Borbones durante siglos), firmó excelentes contratos con presidentes y altos funcionarios de Comunidades Autónomas; por cobrar, cobró hasta por asistir con su esposa (la infanta Cristina, copropietaria de una de las empresas metidas en el tinglado) a una Cabalgata de Reyes de Alcalá de Henares, cuyo alcalde, el socialista Manuel Peinado, firmó un suculento contrato para la ONG de Urdangarín. ¿Este yerno salió rana o simplemente ha sido más tonto que los sapos camuflados de príncipes?

Ejemplos como los anteriores hay en casi todos los ayuntamientos del Estado, en todas las comunidades, en todas las instituciones (entre ellas la judicial que dilata los procedimientos y protege a los corruptores y a los corrompidos). Nos quieren hacer pensar que la corrupción es cosa de algunos, que la mayoría de la clase política es honesta y otras milongas. Aquí se corrompen todos porque todos participan del negocio de la política. Y los que han guardado un complaciente silencio, esperando su turno en el reparto del tesoro, tienen doble delito.

"Este (o ese) país es un país de chorizos", ha dicho Julio Anguita en su última entrevista y, apostillaba, "los votantes que los vuelven a votar también son unos chorizos." Tanto choriceo solo es posible porque un sector de la población, tan grande como sumiso, ha entendido que el sistema es la corrupción y, por lo tanto, lo ve con los ojos que observan la normalidad.

Y todavía algunos cínicos se preguntan qué coño quieren las personas indignadas; que su movimiento, nos dicen, carece de un programa definido, que así no vamos a ningún lado. Son los mismos cínicos que mueven la cabeza hacia otro lado cuando la corrupción anida y se reproduce en su santificada democracia de mercado. 

martes, 8 de noviembre de 2011

La igualdad, según el sistema


Este panel electoral es la plasmación de un fraude, un fraude electoral. Suponiendo, que ya es suponer, que la democracia representativa sea el reflejo de la pluralidad política e ideológica del pueblo, el panel nos explica el concepto. Y el concepto es el siguiente: los votantes se dividen en dos: los que tienen espacio en el sistema y los que no. Pero hasta en esto hacen trampa. Los tres partidos que en Canarias tienen espacio son representantes de la misma ideología, el extremo centro. Los tres son monárquicos, centralistas, neoliberales. Los tres apoyan las guerras en Afganistán o en Libia. Los tres han gobernado para los ricos; las tres formaciones son inmobiliarias recicladas, protegen el fraude fiscal, obedecen a los bancos (los mismos bancos que financian sus campañas), sanean las cuentas de la Bolsa. Los tres han generado cinco millones de personas paradas en el Estado Español, doscientas sesenta mil en Canarias. Los tres han generado una casta profesional dedicada a la política, han aumentado sus sueldos, sus pensiones, sus dietas, sus privilegios; los tres han bajado los sueldos de los demás (salvo los de los directivos de las entidades financieras), han bajado las pensiones, han suprimido prestaciones a las personas desempleadas, han reducido nuestros derechos. Los tres han convertido a las instituciones en el nicho de empleo para sus allegados y demás familia, han hecho de la honestidad la excepción de la regla, han institucionalizado la corrupción. Los tres influyen a través de los medios de persuasión de masas, los públicos y los privados. Los tres se financian a través de las empresas a las que previamente han financiado con las obras públicas. Los tres han aprobado las leyes que protegen la propiedad, el capital, el poder. Los tres consideran al capitalismo, con sus crisis, el sistema perfecto. Los tres arrinconan, en un panel electoral o en la mismísima sociedad, al resto de la ciudadanía a la que definen, desdeñosamente, como minorías. Algunas de esas minorías quedan fuera del tablón, a otras solo les queda espacio para sus pegatinas. Nuestra sagrada democracia está resumida en ese indigno panel.

El cartel


Estas llanuras, casi improductivas agrícolamente, se llaman tableros, aquí, en Fuerteventura. Llevaba años pasando por ahí, mirando el horizonte, las nubes, el estado de la mar y las gaviotas que, cuando aberrunta temporal, se posan en este pedregal. Creo que la primera vez que me percaté de que algo raro tenía ese tablero fue contemplando las gaviotas. El viento, pensé, había depositado allí algo parecido a un cartel. Pasaron los días y las gaviotas, y el viento majorero no había movido ni podido con aquel cartel enigmático. Agudicé la vista y creí distinguir algunas letras sobre su fondo blanco. Jugué un tiempo a imaginar: un recuerdo luctuoso, un anuncio demasiado subliminal, una promoción inmobiliaria, una broma, la declaración de amor de un tímido, una verdad inconfesable necesitada de espacio y lejanía para no ser olvidada. Me resistí a la tentación durante meses. Ese tablero está en zona de nadie, creía yo. No lo atraviesan caminos y desde la carretera más cercana no se aprecia su mensaje. La luna que nos regala el Sahara a veces lo hacía resplandecer, las noches oscuras se lo tragaban y el alba lo devolvía. El tiempo pasaba, el cartel permanecía.

Fui en bicicleta, sorteando piedras, a desvelar su secreto. Llegué, vi y me vencí. Mi imaginación no había dado para tanto, porque la imaginación suele chocar con la materia. Y aún así su texto no dejó de ser enigmático: TERRENO CON PROPIEDAD, así, en mayúsculas y con grafía variable. Parecerá absurdo, pero el cartel me dio miedo. Por un momento pensé que detrás de él saldría un bardino, hambriento de años de soledad, dispuesto a proteger, con propiedad, el terreno de su amo. Escudriñé con temor las piedras pensando que algunas estaban electrificadas. Miré a un lado y a otro temiendo que estaba siendo observado por un hombre armado, dispuesto a defender su terreno, feliz de que, por fin, la trampa hubiese funcionado. Pasé un tiempo indeterminado dándole vueltas al mensaje. Todavía estoy en ello.


domingo, 6 de noviembre de 2011

La dedocracia



Merkel y Sarkozy están, en el momento que les tomaron la fotografía, en Cannes, señalando hacia el este, más o menos por donde queda Grecia. Pertenecen a la misma tribu (sus orejas los delatan), una de cuyas señas de identidad es señalar descaradamente a los otros. Lo que es feo para nosotros se convierte en dignidad para ellos. También en esa tribu los gestos tienen género. Adusto, varonil, rectilíneo y contundente el del macho; delicado, sinuoso, tímido el de la hembra. Se complementan: unen sus miradas, sus gestos, sus exportaciones, sus países y sus bancos y dan un miedo insuperable. Sarkozy ha identificado plenamente a la víctima propicia, al chivo expiatorio, al malo de la película y le indica su posición a Merkel, quien agudiza la mirada, mitad miope, mitad deuda pública. Si siguiéramos una línea imaginaria en la dirección digital daríamos directamente con un tal Papandreu, un griego al que poco a poco se le han ido poniendo las orejas como a sus captores. Pero el gesto intimidatorio de Sarkozy y Merkel, de Merkel y Sarkozy, atraviesa, como un rayo láser, el cuerpo circunstancial del griego y va directamente a destruir, como piedras en el riñón, el origen del mal: un referéndum.

Quién les iba a decir a los griegos, que crearon la democracia hace dos mil quinientos años, que se iban a convertir en el centro de todas las miradas y en el objetivo de todos esos dedos. Ignorantes, exportaron el invento y ahora su balanza acumula un déficit democrático por impago a los bancos franceses y alemanes. Casualmente los bancos de los acusadores, que han visto y determinado que las consultas populares van contra el pueblo, que el referéndum es malo para su salud, que la democracia es enemiga del régimen democrático. El poder reside, prima de riesgo arriba o abajo, en esos dedos.

sábado, 22 de octubre de 2011

Como vivir en nuestro desierto

(Pinchar sobre la imagen para ampliarla)

Podrían ser árboles fosilizados de cuando Herbania hacía honor a su nombre, restos de un bosque petrificado, vestigios gigantescos de savia derretidos por el sol. Estos árboles de tierra han visto pasar la historia de una isla. Toda su historia, no sólo la nuestra, tan mediatizada por la subjetividad. La historia geológica no tiene héroes, ni batallas, ni inventos, ni golpes de Estado, ni banderas. Pura orgía energética organizada (o desorganizada) por tan solo cuatro elementos: tierra, fuego, aire y agua.

Estos árboles nacieron hace milenios. Están dulcemente posados sobre la ladera de un barranco majorero, agarrados a su destino. Sus raíces enormes los mantienen vivos, buscando el agua que no hay para hacer brotar las hojas que no tienen. Este fantástico bosque existe, precisamente, porque no existen los de verdad. Si existiesen, los elementos se habrían dedicado a otros menesteres porque el agua y el viento no habrían podido arañar la tierra protegida. Bueno, también existe porque el estallido inmobiliario llegó antes de que les injertaran adosados a sus troncos.

El bosque fantástico clama al cielo, resiste los intentos de tala, junta a sus árboles y de vez en cuando pare nuevas ramas. Llevaba siglos viviendo en la clandestinidad hasta que el Google Earth lo descubrió escondido, jareándose mirando al sur. Aunque parezca agónico los latidos de la madre tierra confirman que vive. Mantiene sus constantes vitales, a pesar de los empeños para desconectarlo para siempre.

viernes, 7 de octubre de 2011

Una tierra única en cinco capítulos


I
Lo cuenta José Rial Vázquez, periodista y miembro del PSOE cuando el golpe de Estado de 1936 aniquiló la democracia. Detenido en Santa Cruz de Tenerife, fue encerrado en el Santa Rosa de Lima, uno de los barcos que en la bahía de aquella ciudad funcionaron como prisión flotante. Aquellos barcos conformaban unas islitas siniestras a las que se les denominó Archipiélago Fantasma. Junto a aquel buque fondeaban, compartiendo su macabro fin, el Gomera, el Adeje y el Santa Elena. Repletos de hombres acusados de ser leales a la República, los días transcurrían con la magua y el susto metidos en los cuerpos. Para mantenerse entretenidos decidieron editar algunos periódicos: el Ratonerías, el Katipunan, el Rataplán y alguno más. Los escritos pasaban a duras penas la censura y otra veces circulaban de manera clandestina. Al poco se desató la polémica, un reflejo satírico de lo que sucedía, no se sabe desde cuándo, en el Archipiélago real: cada una de aquellas islas navales reclamó para sí, a través de su prensa, la capitalidad del Archipiélago Fantasma.

II
Un proyecto de promoción turística fue patrocinado por Cabildos y otros palacios del poder. Centrado en el paisaje volcánico, pronto empezaron los problemas: había que elegir un volcán representativo de estas islas. Para no herir susceptibilidades se eligió un volcán submarino que, dicen, emite lavas ocasionales entre Tenerife y Gran Canaria. Gracias al volcán intermedio se superó la crisis, se diseñó un DVD promocional y se mostró, antes de su difusión, a las instituciones que habían puesto las perras. Todo fue bien hasta que el político de Gran Canaria encargado de bendecir la operación puso el grito en el cielo. El video hacía un recorrido sobre los espacios emblemáticos de Canarias donde las lavas y la erosión habían modelado el territorio. Cuando la cámara pasó por el Bentayga detrás apareció, cosas de la geografía, el majestuoso Teide. "Ese Teide -ordenó el político bastante contrariado- me lo quita de ahí". En el video definitivo una nube artificial tapa, por orden gubernativa, la belleza de allá enfrente.

III
Durante años el padre de una amiga sufrió alzheimer antes de fallecer. En sus últimos meses ya no reconocía a su esposa, ni al resto de su familia, ni los lugares que lo rodearon toda la vida; en él habitaba el olvido permanente. Pasaba el tiempo entretenido viendo la televisión abrigado en su silencio. En esos momentos solo una cosa le sacaba de su desmemoria: si la tele emitía alguna noticia de la isla de enfrente el hombre se envenenaba y lanzaba maldiciones y reproches: "esos granujas lo quieren todo para ellos." Qué machaque tuvo que haber sufrido aquel cerebro para que su último resquicio de memoria no se agarrara a sus amores sino al pleito entre islas de un mismo archipiélago.
IV
Antes de este último verano casi doscientas personas de distintos ámbitos científicos redactaron y firmaron un documento en favor de la protección de una montañita insumisa que responde por el nombre de Tindaya. Una parte importante de aquellos firmantes ejercen la docencia y la investigación en las dos universidades canarias. Cuando se le preguntó al máximo valedor del proyecto de agujerar la Montaña -el presidente del Cabildo de Fuerteventura, Mario Cabrera- cuál era su opinión sobre esa petición de amparo científico, el hombre se limitó a desprestigiar la propuesta porque estaba hecha por gente de afuera, de otras islas, que no quieren que Fuerteventura progrese. Para el Presidente, miembro del partido que inunda los medios con la cantinela de que somos una tierra única, la comunidad científica canaria es de allá afuera. En su fuero interno, en cambio, debe pensar que Chillida, sus herederos y los Fernández Ordóñez son de Tiscamanita.

V
Vivimos en un Archipiélago de risa, único lugar del mundo que tiene una capital compartida. Los pleitos insulares, lo sabemos, los generan las élites políticas y económicas y los difunden y explotan los medios de persuasión, pero terminan idiotizando a una parte, nos tememos que cada vez más grande, de la población. A finales de agosto una noticia fue incluida en varios periódicos insulares: un calamar gigante apareció muerto en las costas canarias. El problema fue que las mareas, irreflexivas y arbitrarias, lo vararon en una playa de Tenerife en vez de repartir sus rejos -por el sistema de triple paridad- por todas las islas. El pobre calamar, desconocedor de nuestras miserias, no sabía dónde se metía. La noticia, que se suponía tenía un interés zoológico, derivó, a través de los comentarios de los lectores, en un disparate sobre el pleito insular tan absurdo que, como en toda tragicomedia, produce sonrisas y pena. Y hasta un poco de miedo.


PD: la noticia y los comentarios se pueden consultar entrando, por ejemplo, en:
http://www.canarias7.es/articulo.cfm?id=226763&p=2


miércoles, 5 de octubre de 2011

Nuestra vida en una bolsa


No conozco a nadie que invierta en la Bolsa y, si lo conozco, se lo tiene bien calladito porque no me he enterado. A veces creo que la Bolsa no existe. De hecho, según me han explicado con gran paciencia, el dinero que se mueve en la Bolsa llega un punto que alcanza la intangibilidad y se convierte en directo ficticio. No me pregunten cómo pero el dinero que se volatiza en las pantallas del IBEX vuelve, como ganancia, a los grandes inversores en forma material; dinero contante y sonante. Pero, si la Bolsa quiebra, las pérdidas las pagan las personas que no juegan. Es un invento tenebrosamente infalible: la banca siempre gana.

La cosa se ha ido perfeccionando con el paso del tiempo. El capitalismo aprende de sus errores. En el crack del 29, la primera de las crisis capitalistas con carácter planetario, los arriesgados inversores se tiraron desde los balcones. Ahora no. Ahora nos desalojan, nos desahucian, nos congelan las pensiones, nos bajan los sueldos, capitulan de esa falacia del Estado del bienestar y reforman toda una Constitución (que nos habían dicho que no se podía reformar) para que no se repita la escena y para que los banqueros se puedan asomar a los balcones sin el vértigo de antaño.

Parece ser que para que los mercados hagan sus negocios es necesario que las cuentas públicas estén saneadas. La clase política repite como una cacatúa domesticada las órdenes del capital, aplicando la didáctica infantil no por ánimo pedagógico sino porque no da para más. Para justificar la reforma constitucional sus alegres señorías han explicado que el Estado -esa casa común, nos dicen- es como un hogar cualquiera donde no se puede gastar más de lo que se ingresa. Olvidan que los hogares están endeudados, hipotecados con préstamos que se pagarán a los usureros en décadas de intereses casi eternos. Mejor estaría que se hubiese reformado la Constitución para prohibir nuestras deudas. De hecho habría que introducir tantas reformas que a la Constitución no la reconocería ni la santa transición que la parió. Para no agobiar con propuestas excesivas plantearemos una que debe contar con un amplio consenso: incluir un artículo donde se prohíba el paro. Parecerá descabellado pero ¿acaso el déficit estatal es más importante que el empleo digno?

Pero, claro, a la clase política lo que le interesan son los mercados de valores y no el mercado laboral. Según los datos publicados sobre los patrimonios de los diputados y senadores, más del cuarenta por ciento de esa casta tiene acciones directas en bolsa o en fondos de inversión. De ahí su interés para facilitarle un escenario benigno a los mercados. Si los mercados se ponen nerviosos, a nosotros nos convierten en su tila.

Hace años, en los informativos, las noticias referidas a la Bolsa eran más bien escasas, a veces contenidas en un aparte para expertos. Hoy ocupan la primera plana, el primer titular, y compiten con el fútbol en el tiempo dedicado a sus vaivenes. Nunca antes a un asunto invisible se le había dado tanta importancia mediática. Los tonos de los informadores se vuelven pesimistas cuando la Bolsa sufre una caída y despliegan énfasis optimistas cuando los índices bursátiles suben para mayor gloria del capital. Tendremos un buen día si la cotización está en alza. Da igual que usted esté en paro, que cobre un salario de miseria, o que no conozca a nadie que juegue en la Bolsa. Por fin estamos en posición de contestar a la pregunta histórica: ¿la bolsa o la vida? La cosa está clara, no porque lo hayamos meditado, sino porque los atracadores eligieron primero.

miércoles, 22 de junio de 2011

Tortuga lista, consejero bobo (¿o era al contrario?)

Esta es una fotografía en negativo: una obra de arte de la propaganda institucional. Nada es lo que parece. En las películas del lejano oeste los lugareños se entretenían haciendo carreras con ranas; en la foto da la sensación de que acaba de empezar el Gran Premio de Cofete de tortugas. Si observan bien los caparazones comprobarán que le han puestos dorsales a la primera línea de la parrilla de salida. El paso de las tortugas (¿las tortugas dan pasos?) es, como todo el mundo sabe, lento y parsimonioso, lo contrario del gastadero de euros que ha costado organizar esta carrera para los medios.


Centremos la mirada en el piloto número dos contando desde la izquierda. Seguramente es la primera vez que ese hombre pisa una playa y ha logrado contener su innato deseo de destruirla. Es el Consejero Contra el Medio Ambiente de la República Ultraperiférica conocida antaño como Canarias. Esa mano que empuja grácilmente el trasero de su tortuga ha firmado los mayores atentados contra los ecosistemas insulares: un agujero en Tindaya, un puerto en Granadilla, la descatalogación de nuestras especies más amenazadas, las medidas urgentes para legalizar todo lo ilegal; en fin, un hombre que es al medio ambiente lo que Mourinho es al fútbol: un infiltrado para acabar con la belleza desde adentro.

Con esa mano que ahora toca el culo también firmó la reclamación de los intereses de demora al Ayuntamiento de Puerto Cabras porque éste se había retrasado en el pago de uno de los mayores pelotazos jamás firmados en Fuerteventura. El negocio consistió en venderle unos terrenos no urbanizables y catalogados como zona verde al Ayuntamiento (gobernado por su partido) para que se construyera allí el museo arqueológico de la Isla. Por aquellos terrenos -improductivos económicamente- el Consejero y su familia obtuvieron la extraordinaria cantidad de 505 mil euros y once parcelas en un polígono industrial. Pero, fíjense ustedes, ahora sabemos que allí no se construirá jamás ningún museo arqueológico. Este hombre es nuestro Atila: por donde pasa no vuelve a brotar la naturaleza al tiempo que crece la especulación y nuestra deuda.

Y ahora se nos aparece tan tierno, brindándole la libertad a una tortuguita boba, una especie de la que no se tiene constancia científica alguna de que haya nidificado jamás en Fuerteventura. La instantánea forma parte de la campaña mediática que impulsa el cabildo majorero para vender su ecologismo de marca registrada. De hecho la tortuga no es una tortuga, es un logo. Pero en otro tiempo fue un huevo depositado en Cabo Verde, al que raptaron los defensores de nuestro medio ambiente. Lo metieron en un helicóptero -junto a otros cientos de huevos raptados- y lo enterraron en la playa de Cofete cuya arena, hasta entonces, había propiciado el nacimiento de burros, cabras y humanos, pero nada de tortugas. La tortuga-logo se ha reproducido a ritmo inverso a las posibilidades de superviviencia de la tortuga real: si uno pone “Tortuga Fuerteventura” en el buscador de internet aparecen más de dos millones de resultados; si el Gobierno de Canarias planta mil huevos en Cofete la posibilidad de que una de las futuras tortugas vuelva a visitarnos es de una entre mil, y eso que a alguna le han instalado un GPS. La ficción supera a la realidad: la tortuga logo, registrada por el Cabildo, vuelve una y otra vez ante nuestros ojos gracias a la inestimable labor de los medios de persuasión de masas, unos medios sumisos y acríticos, salvo cuando se trata de poner a parir a las personas indignadas.

Si uno fuese mal pensado y desconociese el profundo amor que sienten las instituciones canarias por nuestra naturaleza, concluiríamos que los miles de euros invertidos en el Proyecto Tortuga tiene como finalidad apoyar a una especie virtual. Pero no, el experimento supera todos los límites comprensibles: reintroducir una especie que nunca ha estado introducida. Imagínense que las estadísticas (y la ciencia y la razón) fallan y que todas esas tortuguitas vuelven dentro de unos años a las costas de Fuerteventura. Necesitarían de tal espacio vital que se reproduciría la misma fotografía, pero en positivo: esas tortuguitas tocándole el culo al Consejero y mandándolo a mar abierto. Y sin GPS, para que no quede la mínima posibilidad de retorno.

lunes, 16 de mayo de 2011

Manifiesto fotográfico (casi) abstencionista



Si esto fuese un juego de agudeza visual tendríamos fácil adivinar quién no está en su puesto de trabajo. Pero nos equivocaríamos. El señor del jersey que abraza las papeletas electorales como si fuesen sus tesoros también está trabajando. Trabaja para los mercados y para sanearlos tuvo la brillante idea de recortar los servicios sociales de Canarias, una operación a la que los mercados, para que no nos afecte nuestra sensible moral, denominan “reducir el déficit público.” La fotografía también sirve para distinguir la sonrisa natural de los humanos de la de los políticos. De cualquier forma este hombre también se equivocó: fue a por salmón y se encontró con que la ternera lechal está a 21 euros el kilo. Le sale más barato ir a Noruega a pescarlo directamente que hacer un asadero en su chalet, sobre todo porque el viaje a Noruega se lo pagan los mercados por su imprescindible labor. Dando y dando.


Se lo habíamos advertido: aquella sonrisa no era normal. Aquí vemos al político de la carnicería poseído por el espíritu del poder. Imagínense a ese hombre embistiendo de frente hacia uno, mirándote a los ojos, señalándote con los dedos índices de las dos manos y con un cartelito que anuncia que está centrado en ti. Uf, seremos antitaurinos pero se agradece que algún alma de dios le haya clavado una banderilla para amansarlo. Y que nadie nos acuse de bárbaros, este hombre -como los toros o el primer salmón de la temporada- suele quedar indultado.


Volvamos a los mercados. Algún día algún especialista en antropología descubrirá la clave de por qué a la fauna política le da por ir a hacer campaña a esos espacios. A sacarse una foto comprando un kilo de berenjenas el político lo denomina “acercarse al ciudadano”; a preguntar por el precio del pescado le llama “palpar la realidad”. El resto del tiempo, eso sí, los mercados que les interesan son otros, esos que les mantienen ociosos mientras nosotros pagamos sus berenjenas, sus pescados, sus prebendas. Pero lo singular de esta fotografía es el encuentro. Son candidatos de distintos partidos que se han encontrado en el mercadillo de Guía (no hay mercados para tanto candidato). Podría extrañarnos tanta cordialidad entre adversarios o que la hipocresía se ha apoderado de ellos. Pues no. Todos hemos conocido esa sensación de encontrarnos con un paisano en un territorio extraño. De repente nos sentimos protegidos y cariñosos aunque uno sea de Telde y el otro de Tacoronte. Pues a esta gente le pasa lo mismo: qué felicidad encontrarse con los de su  casta entre tanto pueblo y olor a queso de flor.


En esta instantánea tipo verano azul la candidata encabeza el pelotón ciclista en la meta volante de la avenida marítima. Que la llegada está amañada es evidente: la pata del trípode en el ángulo inferior izquierdo presupone que la jefa de filas sabía que iba a ganar. Duro trabajo el del periodismo que obliga a cubrir, un domingo por la mañana, una noticia como esta. A esa hora, ese día, en esa ciudad, cientos de historias merecerían su cobertura periodística pero su empresa recibe dinero del equipo ciclista, para que luego digan que el deporte y las campañas electorales son limpios. La ciudadanía, representada por esos dos señores a los que adelantan y echan del carril, es invisible. Y sin embargo, sin ellos, la jefa de filas no existiría. Con todo, se nos plantea una duda: ¿a dónde va tan temprano la candidata alternativa?


Pues sí, las cabras estaban sin ordeñar y hasta allí fueron también, cómo no, los intrépidos reporteros. La candidata se bajó de la bici, se arremangó y mientras el cabrero se concentraba en la labor ella miraba a la cámara. Qué extraña forma de pedir el voto: el cabrero exprime las mamas y la candidata recoge la leche. Una de dos, o las técnicas de propaganda subliminal son extremadamente sutiles o al equipo de campaña se le fue el baifo. Si esta foto genera algún voto es que la conciencia es incompatible con la democracia. O que la democracia nos ha terminado por domesticar y nos han vuelto dóciles y sorimbas, como cabras.


Esta es la isa canaria,
divertida y chanchullera,
y yo...¿tendré que aguantarla
 hasta el día en que me muera?

Este es un baño de canariedad según marcan los cánones. Ustedes no lo saben pero este acto se celebra en el terrero de Puerto Cabras, una ciudad a la que el franquismo le robó el nombre y sus continuadores no se lo han devuelto. Al fondo asoma, en la penumbra, la bandera con las siete estrellas verdes, otro robo que ha quedado impune. Hubo en tiempo, cuentan las crónicas, en que los bailarines transitaban las veredas que siempre giraban a la izquierda. Después se subieron al poder, reflexionaron, maduraron y se moderaron. Es la historia de la evolución natural de esta subespecie política: nacen utópicos, crecen de la mano de la economía, se pegan como lapas al sillón y bailan cada cuatro años una isa. Lo peor de todo es que también se reproducen. En los criaderos que el poder ha diseñado y a los que han terminado por llamarlos instituciones.


Esta es otra novedosa estrategia electoral, una pegada de carteles en el local del partido. Ya me dirán qué poca confianza en sí mismos cuando tienen que convencer con carteles a su propia militancia. El candidato ya se ha pegado dándose un baño de cola. Debe ser una sensación extraordinaria, cercana al desdoble de personalidad. No digamos de la candidata que tira directamente de los pelos de su otro yo y encima se distorsiona. El ser político no deja de asombrarnos, es capaz de transmutarse en una idea, en un eslogan, en un cartel. Pero, al contrario de lo que le suceden a las etnias que creen que las fotografías les sustraen su espíritu, estos creen que cuanto más mutan y se reproducen mayor será su esperanza de buena vida. Pero no todo está perdido: al candidato le queda una reminiscencia ideológica con la que ni siquiera tanto alter ego repartido por esos muros han podido: es zurdo.


He aquí unos políticos aplaudiéndose a sí mismos. Se infunden ánimos ante la batalla electoral. Una batalla tan dura que su partido se ha tenido que aliar con otro que se dirige desde un centro penitenciario. Los pactos electorales los carga el diablo y los dispara la corrupción. Además el candidato cuenta con un arma secreta: un tren. El negocio del tren en Gran Canaria -propinas aparte- nos costará 1400 millones de euros. Eso puede explicar el tremendo dispendio electoral de un partido sin representación parlamentaria. Son ecológicos y, a lo mejor, parte del presupuesto del trenecito se está reciclando en propaganda electoral. La composición fotográfica no puede ser más explícita: al fondo un cartel vetusto da paso a la nueva Canarias. Una nueva Canarias que mantendrás, lo dice el cartel, con tu sueldo.


Quizás esta propaganda sea la más explícita de cómo se puede perder el tino y dirigir un Archipiélago. Lo mismo es una condición indispensable para presidir el Archipiélago. Ya se habían apropiado de los bailes de magos, habían reinventado las romerías, montaron una televisión que solo emite NODOS del régimen y hasta crearon a Pepe Benavente y nos lo meten por vena. Y ahora van y se hacen de la Unión Deportiva porque, claro, lo primero es lo nuestro. En lo nuestro no se incluyen, claro está, las más de doscientas ochenta mil personas que sobreviven al paro; tampoco las miles que esperan por una intervención quirúrgica, ni las familias que han quedado sin posibilidad de atender a sus familiares dependientes, ni los cientos de criaturas que este curso no han tenido profe. Lo nuestro es agujerear Tindaya, acabar con la costa de Granadilla, exonerar del pago de impuestos a los empresarios que financian nuestras campañas. Dice la propaganda que Zapatero y Rajoy no son de la Unión Deportiva. En su favor tenemos que explicar que Rajoy ha declarado que su futbolista favorito es Valerón (para algunos, lo único sensato que ha dicho este hombre) y a Zapatero le encanta Pedrito. Lo curioso es que los nuevos forofos nacionalistas de la Unión Deportiva llevan año pactando con los Rajoys y los Zapateros y tiempo han tenido para explicarles las virtudes de nuestro fútbol. Y uno, asiduo de la grada curva cuando Germán levantaba la cabeza y hacía pases imposibles, está por plantearse la ruptura con el equipillo. Bastante tengo con ser también simpatizante del Atlético que sobrevivió al doctor Cabeza y a Jesús Gil como para que ahora, en un subidón de canariedad electoral, Paulino termine por aparcar el helicóptero en el área chica del Gran Canaria para meternos un gol en propia puerta.

domingo, 24 de abril de 2011

Milagros y mentiras



A la persona que ocupa un puesto de relevancia política y de gestión de los asuntos públicos difícilmente le podemos pedir explicaciones; suele estar encapsulada, pendiente de su nivel de popularidad, de aumentar su esperanza de vida ociosa a nuestra costa, de echarle engodo a su ego. Pero estamos en la obligación de impedir que nos mienta o, por lo menos, de denunciar la falacia permanente en que ha convertido su actividad pública. ¿Ingenuidad? ...es posible, pero consentirlo sería asumir la humillación. Mi jefa miente como una bellaca. Aun peor, miente como una política profesional. Se llama Milagros y hace honor a su nombre apareciéndosenos todos los santos días. En una de sus últimas apariciones se desparramó, la criatura. Como de sus mentiras no tienen culpa los lectores les evitaremos el trance de su transcripción completa. Nos quedaremos con dos.

Todas las bajas están siendo sustituidas. Es falso que no se esté sustituyendo al profesorado. Se nombra a sustitutos pasados 15 días”. Mientras la voz chirriante de Milagros Luis Brito lanzaba esta mentira de Gobierno, mi compañero Paco, aquejado de una grave enfermedad, llevaba un mes, tres semanas y un día de baja. En el ínterin su alumnado vagaba por los pasillos buscando quién le hablara de Aristóteles, versión reducida, para no dejar en blanco el examen de filosofía de la PAU. Lo sorprendente, no obstante, no es la mentira sino la estrategia. En Canarias hay más de mil centros educativos, más de veinte mil docentes, alrededor de un millón de escolares...¿cómo mentir sobre un hecho del que la sociedad canaria conoce (y sufre) la verdad? Parece normal que nos engañen con Fukushima, lejana física y mediáticamente, pero atreverse con nuestra educación solo es posible cuando se ha perdido el equilibrio, el sentido de la medida, cuando se violenta la función social de la moralidad.

"Estamos buscando respuestas diversas para racionalizar los recursos públicos y humanos en el ámbito docente. No se trata de ahorrar sino de contener el gasto." Meses antes de que la prepotencia hecha rizos expeliera semejante e incongruente mentira (el ahorro es precisamente no gastar) su Consejería pagó durante tres años el alquiler de un local vacío que debía convertirse en la nueva Oficina Insular de Educación en Fuerteventura. El dueño del local, cómo no, es un incondicional del partido (miembro del Consejo Político) y ganó un concurso público en el que constaba que "que el local ofertado tenía que estar en disposición de ser ocupado en el plazo de un mes desde la formalización del contrato." Cuando ganó el concurso (cuyas bases disponían que la nueva sede tenía que estar en el barrio donde el inmobiliario político lo había construido) el local estaba en bloque pelado por lo que la Consejería de la Mentira invirtió 200.000 euros en arreglarlo y pagó,durante casi tres años, la insignificante cantidad de 3733 euros mensuales. ¡Un total de 323 mil euros por un local vacío propiedad de un miembro de su partido!. Una, desde luego, milagrosa forma de contener el gasto, de racionalizar los recursos públicos.

Aunque la historiografía haya centrado toda su atención en Miguel de Unamuno como deportado a Fuerteventura en 1924, hay que recordar que junto a él fue extrañado Rodrigo Soriano, un diputado republicano que, dicho sea de paso, no soportaba el egocentrismo del que hacía gala el idolatrado filósofo vasco. Durante su destierro, Rodrigo Soriano se entretenía enviándole cartas a su carcelero, el dictador Miguel Primo de Rivera. En ellas le advertía de que estaba buscando el lugar más inhóspito de la isla para que le sirviera de lugar de confinamiento cuando, por fin, la república acabase con su régimen. Desconocemos los lugares majoreros que barajó Rodrigo Soriano para desterrar a Primo de Rivera porque el abogado republicano llegó a la conclusión de que el mayor castigo sería el de confinarlo ¡en una biblioteca!

Los castigos, sostiene un axioma pedagógico- deben ser proporcionales a la falta cometida. Cuando alguien, en calidad de gestor, miente y además es multi - reincidente, toda nuestra energía punitiva debe centrarse en la reeducación: hay que deconstruir al monstruo. Confinar a la Consejera durante algún tiempo en una biblioteca no parece ser la solución. En primer lugar porque una parte de las bibliotecas escolares -gracias a a la racionalización de recursos al estilo Luis Brito- han dejado de serlo para convertirse en aulas (¡la de mi centro ha resistido ahora y siempre a la invasora!); pero, sobre todo, porque las bibliotecas se han llenado, de un tiempo a esta parte, de libros de autoayuda y, como caigan en sus manos, esta mujer se nos puede morir de una sobredosis de estima y tampoco es cuestión.

Pero algo habrá que hacer porque si no, la Consejera, seguirá imbuida en su universo de mentira. Se admiten propuestas. Yo, de momento, le ofrezco un primero de la ESO de ratio escrupulosamente legal, hablado en varios idiomas, repleto de chiquillos desinquietos, con algunos padres y madres que en caso de conflicto los creerán a ellos, con otros padres que a estas alturas no saben dónde queda el instituto, con un nivel de decibelios en el aula que supera los límites del oído humano; en fin, seres pletóricos de vida, actividad y dispuestos a cuestionar -qué pena que esa etapa termine- la autoridad. A las dos semanas hablamos, Milagros, y no te preocupes que si coges una baja (por la falta de costumbre al trabajo) al día siguiente tendrás una sustituta. Palabra de consejera.

domingo, 27 de marzo de 2011

¿Estoy en guerra?



La guerra inexistente.

Qué tiempos aquéllos en que se declaraban las guerras. Un acto protocolario, pero tan bonito. Tenía la virtud de llamar a las cosas por sus nombres y, que sepamos, una guerra es una guerra. No sabemos en qué momento comenzó su desprestigio, ni por qué precisamente sus impulsores se avergüenzan de ella. Hay más lenguaje bélico en un partido de fútbol que en una guerra de las de ahora. En el estadio se atacan por los flancos a las huestes enemigas, los equipos se baten en la contienda, sus defensas son numantinas, el delantero arma su pierna y fusila al portero, el entrenador saca toda su artillería pese a que su equipo juega a ráfagas, el árbitro señala el punto fatídico y desenfunda sus tarjetas; el máximo artillero del equipo tiene la pólvora mojada errando su disparo, un obús que no encontró el marco enemigo; a su equipo le queda el último cartucho, por eso bombean al área donde el ariete tiene el gatillo preparado; se forma una batalla campal, los capitanes intentan poner orden, el árbitro pita el final y las espadas quedan en todo lo alto para el partido de vuelta. Si hemos de atender a los medios de persuasión, asusta más un Elche – Ponferradina que la guerra de Libia.

La no guerra.

Esta guerra no es una guerra, es una intervención. Así, a secas. En las tertulias, donde ahora proliferan los libiólogos, hasta se les ha caído el adjetivo militar. En algún medio hemos escuchado que los bombardeos en Ajdabiya son humanitarios. Normal, los ordena un  Nobel de la Paz y los apoya el autor intelectual de la alianza de las civilizaciones. Obama y Zapatero no hacen la guerra, intervienen con la asepsia del bisturí. La intervención, nos cuentan,  persigue extirpar el mal e implantar una prótesis democrática. La quieran o no: como todavía no son una democracia su opinión no cuenta.

La comunidad.

Parece ser que esta guerra (que no es guerra) la apoya la comunidad internacional. Ni más ni menos, la comunidad internacional. ¿Qué carajo es la comunidad internacional? ¿Se refieren los medios quizás a los gobiernos, sucursales de hecho del poder económico?, ¿no formamos usted y yo parte de esa comunidad internacional?, ¿el pueblo libio forma parte de esa comunidad? Una extraña comunidad internacional esta: en ella cohabitan Arabia Saudí, Israel, China o los Estados Unidos de América. Todos ellos reconocidos por entrar sin permiso en las casas de los vecinos de la comunidad.

Marketing

Los señores de la guerra necesitan un asesor de imagen o algún filólogo más osado. Los nombres de las recientes guerras están bien, pero les falta originalidad. A esta la han denominado Odisea al amanecer. No sabemos si ha cuajado. Intentemos con otros nombres: Probando los nuevos F-22; o No se nos salgan del tiesto; o Alá 1, Jehová 2; o Amanecer, lo que se dice amanecer, no sabremos si amanecerá pero el cielo libio se iluminará que lo fliparán en colores.


Amigos que fuimos

Durante la última década Gadafi fue plantando su jaima por ese occidente democrático. Sus excentricidades eran vistas como curiosidades. Los presidentes lo adulaban  y los periodistas reían sus gracias. En los postres de los banquetes presidenciales firmaba los contratos para comprar el armamento europeo. Ni los gobiernos ni sus periodistas se plantearon, hasta hace un mes, qué ocurría en Libia. Occidente estaba concentrado en su petróleo y Gadafi era nuestro surtidor preferido. Qué bueno era mi dictador.


Caramba…¡qué coincidencia!

Por si teníamos dudas del objetivo democratizador de la intervención sólo basta con mirar quién está al frente de la causa. Nos quedamos tranquilos sabiendo que la apoya y dirige un tal Obama, premio Nobel de la paz. Cuando Obama llegó al poder -joven, preparado, negro y demócrata- hubo quien soñó con el cambio porque, claro, el cambio lo suelen hacer los poderes desde su poder. A Bush le teníamos un coraje que no lo podíamos ni ver. Se lo había ganado a pulso: invadió países, bombardeó civiles, nos decía que quería llevar la democracia a los países de oriente medio y le ponía a sus guerras, que no eran guerras sino intervenciones, nombres ridículos como libertad duradera. Obama, en cambio...


¿Cómplice?

El Estado al que pertenezco, o mejor dicho, el Estado al que me pertenecen, se acaba de meter en una nueva guerra. El Estado se llama España y su presidente llegó al poder, entre otras cosas, gracias a la oposición a la guerra. Son las contradicciones de este mundo de principios de milenio. Obama es premio Nobel de la Paz y Zapatero el impulsor de la alianza de civilizaciones. Hay cariños que matan, paces impuestas con bombas, alianzas petroleras que se refinan en occidente y de vez en cuando destilan cuerpos con extrañas formas de daños colaterales. No sé si el silencio nos hace cómplices. Por si acaso, pido en tiempo y forma, mi baja de la comunidad; una comunidad, una más, de la que me han hecho miembro por la fuerza.




miércoles, 2 de marzo de 2011

Dios los une


He aquí a dos pastores en plena faena. La fotografía despista lo suyo: no hay tierra, no suenan los cencerros, el rebaño está oculto. Lo único que la une con la ganadería es su expresividad bucólica incitada por esos tonos azules propios de un cielo despejado sobre el mancomún majorero. Todo está impoluto, los trajes, el atril, el escenario. Ni una mota de polvo, ni una cagadita caprina, ni ese olor a siglos que desprenden los balidos (y no nos vengan ahora conque las fotos y los balidos no huelen). La composición tiene aires futuristas. Una gran pantalla de fondo, neones, micro inalámbrico, transparencias y reflejos; y esos dos cañones de luz celeste que resultan algo tenebrosos, como el enloquecido HAL de Odisea en el espacio. Solo la descompone la botellita de Fuente Alta, como un reloj en la muñeca de un extra en una película de romanos. Pero, amigo, las tareas del campo secan la garganta y un buche a tiempo se agradece después de hacer una apañada.

Si uno no los conociera podríamos pensar que están en un concurso de la televisión canaria, la nuestra, es decir, la de ellos. El hombre del micro se está atreviendo con una de Pepe Benavente ante la atenta mirada de su mentor que sonríe complaciente infundiendo tranquilidad a la nueva estrella. Y nuestro hombre, como Pepe, pone pasión, gesticula, y se arranca con unos pasitos de verbena al compás de la batería que retumba desde el cielo. Si no los conociéramos.

Pero sabemos que son pastores. El de la izquierda se llama Ángel (no hay más que verlo) y es el pastor principal de la Misión Moderna Cristiana, una iglesia evangélica que ha ampliado sus instalaciones en Fuerteventura. Debe ser un efecto automático de la crisis: cierran las pequeñas empresas y aumentan las grandes superficies. Según reza su currículo fue “ nombrado Pastor porque posee la formación bíblica y teológica adecuada para el desarrollo del ministerio de esta Iglesia.” No aporta los títulos académicos pero, “está contratado por la Iglesia en el régimen de la seguridad social, como Ministro de Culto.” Las cosas claritas.

El de la derecha (que sus biógrafos juran que estuvo hace tiempo en la izquierda) es Presidente del Cabildo de Fuerteventura, de vocación pastoril y como tal, anda mamando de las ubres desde tiempo inmemorial. El pastor titulado le ha ofrecido su rebaño y él, que no suele despreciar un micro, arenga a las almas desde el púlpito del farisaísmo.

Los miembros del rebaño no se ven. Sobran en la fotografía. Solo son votos en pena vagando por el limbo, apresados entre lo espiritual y lo material aunque los pastores hace tiempo que resolvieron -para sí- la disyuntiva. 

miércoles, 16 de febrero de 2011

Me la corta por aquí

Durante una pasada campaña electoral una pintada batió el récord de lo efímero. Duró dos días. La pudimos leer en un muro abandonado de la Avenida de Los Príncipes, enfrente del desaparecido cine Fraga, en la frontera donde el Santa Cruz del postín le cede el puesto a la realidad de los barrios. La pintada fue borrada con pintura impermeabilizante que impidiera la translucidez de su reivindicación. Se llegó a barajar la posibilidad de derrumbar el muro pero dos capas de Titán (especial fachadas) obraron el efecto. La frase insumisa era digna del mayo francés que no tuvimos. Era utópica y comunista, libertina y contestataria; atacaba, por narices, al poder, por eso duró dos días. La mano anónima había escrito: ¡Zerolo, la COCA es de todos! (1)

 Ahora imaginemos una escena: supongamos que por abarcar más de lo que puede, Zerolo -el alcalde de Santa Cruz de Tenerife-, desbordado en una amanecida de carnaval, se plantó delante de una extraña estructura de hierro, una suerte de medusa oxidada por la que se deslizaban osos y tigres, rubias policías, una viuda con liguero, una obispa transgresora y las últimas unidades de una comparsa en retirada. El Alcalde enseguida comprendió el peligro. Atinó a encontrar el móvil y localizó al jefe de obras del ayuntamiento quien, raudo, acudió a la llamada de su jefe. El Alcalde, entonces, hizo esfuerzos por mantener la verticalidad, cerró un ojo, puso su mano, transversal y abierta, delante de su nariz, enfocó la estructura metálica y le ordenó a su jefe de obras: me la corta por aquí.

Más tarde resultó que aquella peligrosa medusa metálica, cebo y trampa para las mascaritas, tenía nombre y hombre. Se llamaba el Sueño de los continentes y su autor era un tal Martín Chirino, Premio Canarias y Premio Nacional de Bellas Artes. Por cierto, la medusa no era una medusa sino una de sus esculturas más emblemáticas. Trascendida la polémica a los medios, Zerolo, agobiado por los problemas internos que la COCA le producen, dio su explicación: “Entre evitar que algún ciudadano sufra un accidente o cortar la escultura, les puedo asegurar que yo como alcalde tengo muy clara la decisión.

Todos tenemos alguna amistad sumamente despistada. Yo tengo una. Mi amiga se suele abstraer en su mundo y suele pasear los domingos por la avenida de Anaga y se recorre de punta a punta -y sin mascarilla- el litoral. Con la habilidad de la costumbre camina sorteando obstáculos mientras lee el periódico. Hace dos días me llamó nerviosa. La recogí herida, la trasladé a urgencias y el asunto, tras largas horas de espera, acabó con siete puntos de sutura, un gran hematoma y un pánico atroz a volver a pasear. Leía, absorta y asombrada, la decisión del Parlamento de Canarias de proponer a Blas Cabrera Felipe como homenajeado en el Día de las Letras canarias. Mi amiga no daba crédito: proponían darle un premio de letras a un físico, eminente y canario, pero físico. Y, justo en ese preciso momento, mi amiga choca contra un mastodonte, vigoroso, sinuoso como su medusa, duro como el hormigón y caro como el padre que lo creó. Sí, mi amiga chocó de frente y con la frente contra el Auditorio de Santa Cruz, ese que Calatrava nos regaló al módico precio de doce mil millones de pesetas para mayor gloria de la burguesía que Zerolo representa. Y mi amiga, vista su preocupación por evitar accidentes entre la ciudadanía, le insta a que acuda con celeridad al lugar de los hechos, que llame a su jefe de obras y que, con el aplomo que le caracteriza, trace la raya que cercene el Auditorio, vamos que le diga a su empleado que lo corte más o menos por aquí.

Y que, visto el interés por la cultura de la clase política canaria -esa que no respeta el arte popular de las pintadas ni las obras de los insignes- le sugiere, con el máximo de los respetos, que ni se le ocurra traer en exposición itinerante el Guernica, que es un cuadro muy grande, una pasada de grande y lo mismo lo contempla el Alcalde en una amanecida y lo corta, en cachitos transversales, para evitar que la mujer que llora con el niño muerto en brazos, el caballo asustado y el combatiente descabezado nos provoquen alguna profunda impresión.


(1) Aclaremos que COCA, además de diminutivo de cocaína, son las siglas de Coalición Canaria, el partido del que Zerolo es uno de sus máximos exponentes. Desconocemos, como es obvio, el sentido que le quiso dar a la palabrita quien fuese su autor. Pero, por si las moscas, nosotros nos referimos en este artículo a su connotación política.



martes, 1 de febrero de 2011

Lección de historia a través de la lluvia

El periódico El País publicó hace algunas semanas un (uno más) desquiciado editorial. Evo Morales había decretado el aumento de los combustibles en casi un ochenta por ciento. En realidad el presidente Morales había eliminado las subvenciones estatales a la gasolina cuyo resultado era la equiparación de los precios a los de los países del entorno intentando evitar, de esa manera, el constante contrabando de combustibles desde Bolivia. La medida tuvo una pronta respuesta popular y la gente se echó a la calle. Durante los dos días que duró el decreto El País se frotó las páginas. Inmerso en una continua campaña de descrédito y mentiras hacia Evo Morales de repente el periódico se puso del lado del pueblo intuyendo un desgaste que hiciera tambalear el puesto presidencial. Pero Evo entendió las protestas, retiró el decreto, las aguas volvieron al cauce y El País se quedó descolocado, incómodo, enrabietado. Entonces el editorial dictaminó su visión ética de la democracia: la rectificación era una pérdida irreparable e intolerable de autoridad, no vaya a ser que cunda el ejemplo.

Pero el editorial decía muchas más cosas. Aparte de intentar ridiculizar una vez más a Evo por ser indígena y creer en Pachamama (la madre Tierra para los indígenas andinos) El País sentenció que el problema de las extracciones de crudo y su comercialización en Bolivia era que, tras su nacionalización, las multinacionales extranjeras, las únicas según El País con capacidad de sacar a flote el Estado, no estaban por la labor. Con esta afirmación el periódico se declara, sin ambages, seguidor y vocero del colonialismo permanente. Quinientos años donde las empresas, tan amigas de El País, le han robado todo a Bolivia, hasta con la lluvia lo intentaron.

Ese es el tema de la espléndida película dirigida por Icíar Bollaín También la lluvia. Apoyada en un acertado guión de Paul Laverty, (un asiduo del cine de Ken Loach) la película se nos muestra como una verdadera lección de historia abordando el cine político y evitando dos lastres de este género: el aburrimiento y el panfleto. Con las historias que la cruzan, después de quinientos años, con una naturalidad sobrecogedora, También la lluvia nos recuerda la vigencia de un orden instaurado, el capitalismo, una de cuyas bases fundacionales fue la acumulación de oro y plata de los nuevos territorios conquistados. ¿Hay oro?, se preguntaba Colón a su llegada a las Indias; ¿el agua no tiene dueño?, se preguntaron las corporaciones y el Banco Mundial en 1999. Les respondieron que sí, que era de todos, pero que la cuestión era tan evidente que nunca se habían molestado en sacar los títulos de propiedad. Entonces se desató, en Cochabamba, la Guerra del Agua y, en la película, a Colón, a Bartolomé de Las Casas y a la mentalidad blanca, los coge dentro. Los escenas contrapuestas de los dos tiempos de la cinta son espejos que reflejan dos épocas pero una misma injusticia.

En una historia en donde el protagonista es el pueblo, la película está, además, maravillosamente interpretada: los profesionales metidos en su papel, los indígenas metidos en el suyo, resistiendo. ¡El agua es nuestra, carajo!, ponía la pancarta más emblemática de aquella guerra que ganaron los buenos. Es posible que algo parecido dijera alguna voz anónima en las manifestaciones de la recreación cinematográfica. A aquella sublevación popular que consiguió que se derogara la ley que privatizaba el agua se habían unido los cocaleros. Uno de ellos se llamaba Evo Morales, un indígena. No sale, pero sí está (a pesar de El País), en la película.

lunes, 24 de enero de 2011

Tindaya: la montaña de los Chillida


Ana Oramas, parlamentaria de Coalición Canaria, al poco del fallecimiento del que fuera presidente del gobierno autónomo canario Adán Martín, manifestó en una entrevista que, horas antes de morir, el ex presidente le había dicho: "Ana, te encomiendo que hagas todo lo posible para que se construya el Puerto de Granadilla." Adán Martín, recordemos, llevaba años luchando contra el cáncer y en sus postreros momentos entre los vivos, según la diputada, su último deseo fue dirigido a la obra -innecesaria y destructiva- que mayor contestación ciudadana ha generado en Canarias en la última década. Un insólito anhelo para un moribundo.

No sabemos si Luis Chillida, hijo del fallecido escultor Eduardo Chillida, llegó a escuchar las sentidas declaraciones de Ana Oramas. Pero, según ha manifestado a los medios, su padre -antes de morir- “les dejó encomendado continuar con este proyecto artístico (el vaciado de la Montaña de Tindaya) cuando él se percató de que no podría verlo concluido.” Eduardo Chillida -recordemos también- llevaba años enfermo de alzheimer, sumido en el olvido interior. A pesar de ello, sus últimas encomiendas, si hemos de creer a su hijo Luis, se centraron en la destrucción del espacio natural y cultural más protegido de Canarias. Una extraordinaria petición surgida de la agonía.

Hace escasos días el actual Presidente de Canarias acudió a Donosti, acompañado del Consejero Contra el Medio Ambiente y del Presidente del Cabildo de Fuerteventura, donde se reunieron con los herederos del escultor. Acuciados por las deudas y por la mala gestión, los Chillida han tenido que cerrar recientemente el museo Chillida – Leku, así que el ejército de salvación del gobierno canario ha aprovechado la coyuntura para reactivar un proyecto insensato cuyo único objetivo es continuar la dilapidación de las arcas públicas para mayor beneficio de los intereses privados, entre ellos, los de los Chillida.

No insistiremos en los valores naturales y culturales que alberga la Montaña de Tindaya. Baste recordar que es el espacio, paradójicamente, más protegido de Canarias y probablemente de todo el Estado: siete son sus figuras de protección. Tampoco insistiremos en que tras este proyecto se oculta el mayor caso de corrupción de la época democrática del Archipiélago y que, aunque los cálculos son complejos, se estiman en más de 30 millones de euros los gastados en un proyecto en el que no se ha movido una piedra. El agujero de Chillida es un disparate artístico y un atentado contra la cultura y la naturaleza y, además, es imposible. Y ellos lo saben. Cualquier especialista en geología o cualquier persona con un mínimo de sentido común sabe que es imposible realizar un cubo de cincuenta metros de lado en el interior de una montaña cuyo techo (obviamente plano) deberá sostener cientos de toneladas de peso de piedra deleznable y fracturada. El estudio geotécnico que encargó el Gobierno de Canarias para confirmar -no para investigar- su viabilidad estuvo amañado. Se otorgó sin concurso público a Estudios Guadiana al frente del cual está Lorenzo Fernández Ordóñez, amigo íntimo de los Chillida e hijo del ingeniero que trabajaba con el escultor. Aun así las propias conclusiones del estudio geotécnico sentencian que se “levantan numerosas incertidumbres que no podrán ser resueltas hasta que se empiece a taladrar la Montaña.” Por cierto que Estudios Guadiana cobró un millón y medio de euros por realizar un informe con estas surrealistas e inconsistentes conclusiones. Desconocemos, sin embargo, el dinero que cobró el catedrático de ecología y presidente honorífico de ADENA, Francisco Díaz Pineda, para firmar la declaración de impacto ambiental que sostiene que agujerear la Montaña es medioambientalmente favorable pero, gracias a esa herejía científica al servicio del poder, se le designó como coordinador de los equipos que llevan dos años trabajando para el futuro Parque Natural de Fuerteventura y en el que, misteriosamente, Tindaya queda fuera de sus límites.

Pero volvamos a los Chillida. Esta familia anda lanzando a los cuatro vientos que su decisión de permitir -como herederos de la obra de su padre- el vaciado de la Montaña no está movida por intereses económicos. Hace ahora dos años acudimos a Euskalherría a presentar en varias ciudades nuestro libro Tindaya: el poder contra el mito. Ingenuos, explicábamos en las presentaciones que una de las razones de nuestra presencia en el País Vasco y Navarra era la de despertar la sensibilidad de la familia del escultor y lograr que se desmarcara, definitivamente, del proyecto. En los debates que se suscitaron en aquella gira se repitieron intervenciones del público siempre en el mismo sentido: si había dinero y negocio allí estarían los Chillida. Ahora, que su museo ha cerrado, Tindaya se les vuelve a aparecer como tabla salvavidas. Si no, ¿cómo explicar que continúen apoyando un proyecto irrealizable, con una gran oposición ciudadana y de la comunidad científica, con el artista muerto y con la corrupción salpicando todo lo que toca? Es probable que la fe no mueva montañas pero el dinero sí permite agujerearlas. 

viernes, 14 de enero de 2011

¡No hay comparancia!

Estos hombres dan pena. Sus poses denotan rigidez y una evidente inquietud tensiona sus rostros. No es para menos. Se encuentran en una rueda de prensa bastante concurrida. Lo atestiguan esos micrófonos que apuntan como un pelotón al hombre del traje gris. De ahí la postura del hombre del traje oscuro que se inclina levemente fuera del alcance de los micros, no vaya a ser. Pero una rueda de prensa no justifica esa tensión, máxime cuando el hombre apuntado es un político, miembro de una casta adicta a la trascendencia mediática. A cualquiera de nosotros nos apuntan con nueve micrófonos y nos puede dar un síncope pero a ellos se les estimulan las endorfinas. Tampoco el escenario parece ser especialmente pavoroso. Un cartel gubernamental autóctono y una bandera española, toda una composición iconográfica del nacionalismo institucional de aquí. Si queda descartado el miedo escénico, ¿a qué vienen entonces esas caras yertas bordeando la agonía?


Esta rueda de prensa tiene lugar un día después de que se hiciesen públicos los resultados del informe PISA, ese donde unos tecnócratas europeos ponen a parir, con datos, nuestra ultraperificidad educativa. El hombre del traje gris es el viceconsejero del ramo; el otro es, con perdón del oxímoron, el jefe de la policía educativa porque, según reza en su cargo de libre designación, es el inspector general de la educación canaria. Y, claro, un sector en estado de alarma requiere de su jerarquía. Lo que se disponen a hacer es una operación extremadamente arriesgada y compleja. Los periodistas, el público y hasta los micros saben la verdad y ellos deben decir lo contrario pero sin que se note demasiado. La verdad es que los europeos han concluido que, por mucho que el general de los inspectores se arrime a la bandera, nuestra escuela no aprueba ni los recreos. Y miren que llevamos años diciéndoselos, pero hasta que no han sido ellos, los que les mandan las perras para puertos y autopistas, los que los suspenden, no se han apurado ni han puesto esas caritas.

Hay que reconocer que juega en contra de sus ojeras una noche en vela preparando la rueda de prensa para desmentir los resultados del informe. Por eso el viceconsejero envió durante la comparecencia mensajes encriptados. El hombre explicó, ante los atónitos micros, que "desde el punto de vista técnico se distingue una lectura ordinal del informe, cuyo resultado en puntuaciones es poco significativo y otra lectura cardinal del informe sobre qué países se sitúan arriba". Aquí nos desarmó. Según el informe nuestra juventud tiene serias dificultades para leer y este hombre lee ordinal y cardinalmente y, si nos descuidamos, lee haciendo el pino. En otro pasaje de su intervención el subconsciente le traicionó y en una enrevesada asociación de ideas, viendo aquellos micros erguidos que lo apuntaban, dijo que Canarias estaba, educativamente hablando, en el  pelotón. De eso no hay duda, a un suspiro del tiro de gracia.

Pero el momento sublime del hombre que lee ordinal y cardinalmente tuvo lugar cuando se le cuestionó por la diferencia entre Canarias y otras comunidades del estado español. Ahí el viceconsejero se plantó y, flanqueado por el general y su bandera, sentenció que no hay nada que comparar, que no se puede comparar, que de nada sirve comparar. Qué raro. Usted coge el susodicho informe y todo son comparaciones; la versión española contiene más de 80 gráficas comparativas y en todas, sin remedio, Canarias está en la cola y no ve, ni de lejos, el pelotón. Es para cabrearse pero no digan que estos hombres no dan pena.

jueves, 13 de enero de 2011

Razón de ser

Este blog es fruto de la perseverancia de un amigo (razón por la cual en cualquier momento puede dejar de serlo) que nos insistió al modo canario -deslizando, de tanto en cuando, comentarios sobre su utilidad- de sus ventajas en estos tiempos de emergencias. Por no aguantarlo, más que por convicción, le dimos vía libre para que procediera a su creación. Y aquí está, recogiendo los desechos de nuestras reflexiones, contradicciones y obsesiones, actuando como un moderno diván cibernético y ahorrándonos una pasta en consultas y tratamientos psicológicos.

Admitido, pues, el blog como animal de compañía este espacio quiere hacer, sobre todo, honor a su nombre. En Canarias dar la pejiguera se puede definir como la cualidad de insistir machaconamente, resultando molesta tanta insistencia. Por extensión la persona que ejerce tal cualidad es una o un pejiguera. Practicaremos el pejiguerismo intentando, eso sí, que no se convierta en un guineo que termine por aburrir a los ocasionales lectores.

Sus contenidos, empero, serán variados y su actualizaciones inconstantes. Brincará por la geografía y navegará por lo cotidiano. Se detendrá a tomar aire y cuando intuya el desfallecimiento se mandará a mudar. Aguantará cuanto pueda y se aferrará a la libertad de expresión como si le fuese la vida en ello. Este blog ni siquiera persigue objetivos pero si estimula la crítica, si le arranca alguna sonrisa a las amistades (a las conocidas y a las clandestinas) y logra que algunas personas vinculadas al poder cojan nervios, dará por complacida su existencia.